La vida está llena de sorpresas y cambios, siento como gira y gira y como siempre hay una presencia cercana, esos pequeños duendes y hadas que me sonrien en la oscuridad, que me alumbran con su brillo, cuando me siento un poco triste.
Cada día voy recogiendo cuentos en las miradas de las personas, que reflejan su mundo interior, un mundo lleno de magia y de amor.
A veces con sólo buscar una calle descubres la historia de un señor viejecito que pasea a su perro cada día y le habla de lo que ha vivido en ese barrio, en esas calles, recorriendo los restaurantes en los que trabajaba y aprendiendo a vivir con lo poco que ganaba, ideando la forma de manterse caliente es su pequeña casa sin calefacción, disfrutando de las sopas calientes que preparaba Doña Paquita, la vecina del quinto, esa señora menuda y regordeta que ya no baja a la calle, porque es muy mayor y sus piernas ya no tienen fuerza para sostenerse, así que ella espera en la casa con la sopa caliente, al señor que pasea al perro y que sueña con pasar la tarde calentandose junto a su amor de la infancia, Doña Paquita.
Ella y él son seres mágicos de un mundo de fantasía.
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