(27/03/2000 reescrito el 21 de noviembre de 2011)
Sentada en aquel banco del jardín botánico, observaba como un pajarillo de vivos colores se posaba delicadamente en las ramas de aquel sauce que derramaba lágrimas en cascada, que a la vez que me ofrecía su sombra, se había convertido en un cobijo seguro, lejos de las miradas de los transeúntes que, tal como yo, habían elegido esa tarde soleada, para disfrutar de las flores diversas que cubrían aquel mundo salvaje.
Me encontraba sola, no paraba de dar vueltas en casa, por lo que cogí el bolso el que que guardaba mi cuaderno y unos lápices, mis pasos me guiaron hasta aquel jardín, intuía que allí, mis pensamientos, podrían volar libremente, así tendría ocasión de valorar los pro y contras de mi decisión y encontrar alguna solución. En los últimos días, los acontecimientos se habían sucedido, mi mente estaba obnubilada, no sabía que hacer pero no quería seguir así.
Empecé a trabajar hace casi un año como administrativa, gracias a lo cual conseguí conocer mucha gente nueva, lo que me hacía sentirme bien. Eramos más de treinta personas en un edificio de tres plantas y nuestro director era un hombre joven y apuesto, que despertaba ilusiones a cada paso que daba, pero a mí no me atrajo en ningún momento. Había vivido un amor que fracasó, lo pasé muy mal y ahora no podía evitar haberme convertido en una mujer fría, quizás mi apariencia independiente, alejaba de mi a los hombres que intentaban seducirme.
En mi oficina trabajaba ella, una chica corriente despertó mi curiosidad. Al principio hablabamos poco, bromeabamos de vez en cuando. Pero un día se me acercó, una hora después acabó desahogando sus problemas conmigo. Pude sentirla como la persona más cariñoso y tierna de este mundo, la más frágil y vulnerable que había conocido, lo que despertó emociones encerradas en mí hacía mucho tiempo. Poco a poco nos fuimos acercando, confiando más una en la otra. Nos sentíamos muy a gusto juntas. Susana se me acercó como una buena amiga pero ahora no sabía en que punto estábamos, ni a donde mi dirigíamos.
Mientras estaba allí sentada, pensando y dando vueltas a como me encontraba, ví pasar una pareja, el chico cojió suavemente por la cintura a la que parecía su novia y se besaron tan delicadamente que el tiempo se paró en aquel instante.
En mi mente se fijó la imagen de Susana, desde hacía un tiempo, no podía evitar que surgiera en cualquier instante y no sabía que hacer ¿era posible que me hubiera enamorado? Yo, ¿qué intentaba evitarlo por todos los medios? ¿y encima de una mujer?
Creo que fue algo inevitable, en el fondo era consciente de que el amor llega de forma inesperada y no se puede controlar, cada vez nos llevabamos mejor y sabíamos que podíamos contar con la otra persona si la necesitabamos, el día transcurría entre bromas, indirectas y un juego sutil de seducción. Pero existía algo que impedía todo y nada, ella tenía pareja, acababa de descubrirlo y me sentía perdida. Ya no era cuestión de prejuicios sobre que eramos dos mujeres, ella tenía pareja y no sabía si sería lesbiana. Ni siquiera sabía lo que sentía por mí, sólo podía intuirlo pero nunca habíamos hablado de ello y aunque mi intuición fuese real, yo ahora sabía que tenía pareja y me impedía a mi misma sentir lo que sentía.
Mis lágrimas se derramaron igual que caían las ramas y hojas de aquel sauce que me daba cobijo aquella tarde, pero me dí cuenta que tenía que hablar con ella. Necesitaba explicarle lo que sentía, no quería pedirle nada, ni que cambiaran las cosas pero si quería parar aquel juego que no nos llevaría a nada, para evitar tener que arrepentirnos después.
Quizás lo que me empujaba era que su relación no marchaba bien, se lo había oído comentar a una compañera y yo no quería ser un motivo más de peleas entre ambos, pero temía que una noche de esas en las que salíamos, no pudiera controlar mis impulsos, cuando me mirara con sus lindos ojos claros y acariciaran sus palabras mis oídos...
Por eso me decidí, arriesgándome a sufrir, a lo que pudiera surgir inesperadamente, cogí el móvil y marque su número, quedamos a las 18h allí mismo, en el jardín botánico y la hora que pasó hasta que llego se me hizo interminable.
Cuando apareció, mi corazón se aceleró pero esperé a que llegará al banco donde esperaba. Me preguntó si me ocurría algo, me había notado una voz rara, no fui capaz de decir nada en aquel instante, fuimos a por un refresco y nos volvimos a sentar bajo aquel sauce llorón, mientras me contaba que estaba preparando un viaje que le había surgido de forma imprevista. Por un breve segundo pensé que me había equivocado, quizás sería mejor callar y no hablar de sentimientos, seguro que se iría con él y yo metería la pata hablando.
Me quedé en silencio, era como si el tiempo hubiera vuelto a detenerse y estuviera viendo imágenes de ese momento, casi no oía su voz que me estaba hablando.
- Elena - dijo de pronto - no querías hablarme de algo, anda dime, que te escucho - dijo despertándome de mi shock - desde que he llegado no he parado de hablar de mí.
- No sé como decírtelo, quizás es mejor que lo olvidemos.
- Tranquila, necesito escuchar lo que me quieres decir, no te preocupes que no va a cambiar mi opinión sobre tí - me dijo, su voz sonaba como el agua mansa de un río y saqué fuerzas para decirle lo que creía sentir - Susana, no quiero que te influya lo que te voy a decir, ni pretendo que hagas nada pero creo que es mejor aclarar las cosas, ya he oído comentarios en el trabajo sobre nosotras y no quiero que malinterpretes nada. Te considero una buena amiga y lo sabes, pero desde hace algún tiempo, siento algo diferente, cada vez que está a mi lado, cuando me sonríes, cuando bromeamos... Te has convertido en alguien especial para mí y no puedo evitar...
- Calla, no digas lo que quiero oír - me interrumpió. Pude observar que ya no me miraba y estaba muy nerviosa, salió corriendo y yo me quedé allí, sentada, perpleja, en aquel mismo banco bajo el sauce llorón.
Las horas pasaron sin darme cuenta, el jardinero se acercó para avisarme que tenía que marcharme porque se cerraba el recinto.
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Aquella mañana me despertó el teléfono, era mi día libre y no tenía muchas ganas de levantarme, pero lo hice porque insistían mucho y ya habían llamado un par de veces, al descolgar me sorprendí al oír la voz de Susana, de la que llevaba sin saber nada varios días.
- ¿Qué tal tu viaje? - pregunté deprisa con un nudo en el estómago, enredando el cable del teléfono con mis dedos.
- Ya estoy de vuelta, el viaje ha sido fantástico, pero ya te contaré... ¿Podrías venir esta tarde al jardín botánico? Sobre las 18h – me preguntó.
Respondí que si, aunque extrañada. Al llegar, la encontré en el mismo banco de la última vez que nos vimos, hace más de un mes.
Me contó que había viajado sola, por razones laborales, pues había conseguido un puesto de directora, temporalmente en otra ciudad.
- Elena, lo que me dijiste la última vez que nos vimos, no fue una sorpresa para mí, pues también he empezdo a sentir algo especial por tí, algo diferente... pero tenía pareja, no quería hacerle sufrir por nada del mundo pero nuestra relación no funcionaba, le molestaba que hubiera viajado, no quería que aceptará ese trabajo pero el viaje me ayudo a pensar. Javier, me llamó una noche, tuvimos una discusión pero después de mucho hablar y darme cuenta, que no iba a apoyarme en lo que hacía, decidí terminar nuestra relación para siempre. Aunque haya terminado con él, no quiero empezar otra relación ahora mismo, mucho menos sabiendo que me marcho la próxima semana y no sé que puedo ofrecerte, sentir algo por otra mujer me tiene confusa, nunca había sentido algo así y necesito aclararme. Sólo puedo decirte que cuentas conmigo, quizás el tiempo de una respuesta a nuestra situación pero no puedo pedirte que me esperes, porque ahora voy a pensar sólo en mí, lo siento, he pasado mucho tiempo pendiente de otra persona, pero si me gustaría que no perdieramos el contacto y lo que tenemos ahora. No hagamos correr las agujas del reloj.
Mientras hablaba, las lágrimas oprimían mi pecho, luchando por salir pero había pasado demasiado tiempo con una coraza de frialdad por lo que no me resulto difícil; se acercó para abrazarme y se despidió de mí, pasó el tiempo y yo seguía allí sentada en aquel banco bajo el sauce llorón, cuando el jardinero, vino a avisarme de que se cerraba el recinto.
......................................... continuará......................................
Hola guapetona , muy bonito y tierno relato , la verdad es que el amor nunca llega como uno lo espera , y para cuando la segunda parte , es que quiero saber como acabara todo , un beso fuerte de Lm.
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