Esta es la última modificación que he echo del relato títulado "Deseo" y que a lo mejor aparece publicado próximanente, espero vuestras opiniones. mil graciasTensión a las 17h de la tarde.
Aquella tarde estaba sola en casa. No ibamos a vernos. Había mucho que estudiar, pero esta vez decidimos que lo ibamos a hacer por separado, ese fin de semana no nos veríamos, realmente no sé quién lo pensó, quién de las dos tomó la decisión ni porque pero desde luego para mí fue lo mejor, que podía pasar porque ya no sabía como enfrentarme a esa situación. Últimamente, cada vez pasábamos más tiempo cerca, existía tanta tensión en el ambiente que nunca sabía como iban a acabar nuestros encuentros, nunca me atreví a hablarlo cara a cara, me sentía como enganchada a aquellos encuentros. Me bloqueaba delante de ella, su actitud era demasiado desafiante todo el tiempo y yo me ponía cada vez más tensa, sin saber que hacer ni como reaccionar, sin entender que hacía y porque lo hacía.
Cada tarde desde hacía varios meses, sucedía lo mismo, salíamos de la universidad, ibamos a mi casa o a la suya, sacabamos libros y apuntes para estudiar, pero las palabras y los gestos se enredaban, la tensión crecía y crecía.
Por más que intentaba evitar esta situación, me sentía incapaz de hacerlo, a pesar de las dudas y los temores, inconscientemente pasaba el día esperando ansiosa las 17h de la tarde, instante en que nuestras miradas se cruzaban en el pasillo y comenzaba nuestra tormentosa tarde, en su casa o en la mía, siempre igual sin entender el porque. Era incapaz de enfrentarme a aquella situación, de pedirle explicaciones y parar lo que estaba pasando, me sentía envuelta en un maremagnum de emociones que se desataban en mi interior, como una lucha interna, un querer y no poder.
Nunca nos enfrentamos hasta ese preciso instante.
Aquella tarde, en que estaba sola, me sentía terriblemente aburrida, pasaba las hojas del libro, una a una, sin poder centrarme en lo que debía estudiar, en ese momento mi móvil emitió una risa, señal de que había llegado un mensaje, me lancé a buscarlo dentro del bolso, había tantas cosas que era difícil encontrar nada, así que tiré todo el contenido del bolso encima de la cama hasta que lo encontré y pude leer el mensaje: “Espero sorprenderte echando de menos mi cercanía a tu cuerpo esta tarde”, no había terminado de leerlo, cuando recibí otro aún más extraño para mí, lo que me puso aún más tensa. Decía así: “quiero sentir tus labios sobre los míos, penetrar mi lengua en tu sabrosa boca. El juego puedes elegirlo tu, cara a cara, pero yo no puedo resistirme más a tu cuerpo".
No entendía nada pero las emociones se agolpaban en mi cabeza y en mi cuerpo, las dudas y temores volvían a aparecer, la tensión inicial se desataba y estaba a punto de estallar. Pero no podía ser de ella, se habría equivocado de teléfono y llamaba a su novio, que se le había pasado por la cabeza. Todas las tardes eran insoportables así que no entendía que significaban aquellos mensajes, yo nunca habría pensado que una chica le dijera eso a otra, menos ella a mí, estaba claro seguro que se había equivocado de persona, pero no diría nada, evitaría el mal trago de hablarlo, que las cosas se pusieran peor y ya no volviéramos a quedar a las 17h todos los días, en el fondo, me gustaban aquellas tardes de compañía y estudio.
Mientras releía los mensajes, dubitativa, nerviosa, tensa... sonó el timbre de la puerta, me sorprendí al ruborizarme cuando descubrí sus inquietantes ojos marinos a través de la mirilla, al abrir la puerta, mi cuerpo se estremeció, tensando mis músculos aún más al sentir su aliento cerca de mí, entró cerrando la puerta tras de sí y sin darme tiempo a reaccionar, comenzó a besarme suavemente, primero en la mejilla, después acercándose despacio a la comisura de mis labios fue acariciándolos con su lengua, para terminar besándome apasionadamente.
Pensé en todo lo que tenía que estudiar un breve segundo, en lo extraña que me resultaba aquella situación desconocida, pero la tensión empezó a desvanecerse, mi cuerpo se relajo entre sus brazos y perdí el control de mi persona dejando fluir la situación, aprovechando que no había nadie en casa me dejé guiar por sus manos.
Subimos las escaleras hasta mi habitación, deslizando nuestros labios por los recovecos al descubierto de nuestra piel. Nuestras manos inquietas, tocaban melodías en el piano de nuestros cuerpos. Acompasando a la subida de las escaleras, nuestras respiraciones.
Me empujó contra la pared, acercó su cuerpo al mío, acoplándose las líneas curvas, como si ese fuese su estado natural; comenzó a desabrochar los botones de mi camisa y aquella sensación, producía un hormigueo en mi cuerpo como si mil abejas se posaran sobre mi cuerpo, provocándome cosquillas y un ligero miedo a ser mordida. La tensión iba y venía.
Mis manos se enredaban en su pelo, mientras su lengua buscaba en mi boca secretos lugares ocultos por descubrir, sentía las yemas de sus dedos deslizándose suavemente por la curva de mi cintura y mi mano dibujo el surco de sus pechos, para acabar buscando los botones de su pantalón.
Deslizó la camisa que cubría mi cuerpo lentamente hasta el suelo, su mano huidiza hurgaba en mi sujetador, enredando una y otra vez, aproveche ese instante descuidado para dejarnos caer sobre la cama y con un movimiento insinuante deje caer la prenda al suelo, al tiempo que mi cuerpo caía delicadamente sobre el suyo para seguir abrazadándonos, descubriéndonos.
La tensión que existía entre nosotras se había desatado en un volcán de pasión, nos había desbordado casi sin darnos cuenta o quizás de forma planeada, premeditada por ella, pero no me importaba yo me sentía presa de una pasión sin límites, de una emoción que jamás había experimentado y que me hacía muy feliz, en ese instante comprendí que era lo que siempre había deseado, no quería ponerle nombres ni etiquetas a lo que estaba pasando sólo quería dormir abrazada a esa maravillosa mujer. Aquel encuentro fue como una caricia eterna, que desee que no terminara nunca.
No entendía nada pero las emociones se agolpaban en mi cabeza y en mi cuerpo, las dudas y temores volvían a aparecer, la tensión inicial se desataba y estaba a punto de estallar. Pero no podía ser de ella, se habría equivocado de teléfono y llamaba a su novio, que se le había pasado por la cabeza. Todas las tardes eran insoportables así que no entendía que significaban aquellos mensajes, yo nunca habría pensado que una chica le dijera eso a otra, menos ella a mí, estaba claro seguro que se había equivocado de persona, pero no diría nada, evitaría el mal trago de hablarlo, que las cosas se pusieran peor y ya no volviéramos a quedar a las 17h todos los días, en el fondo, me gustaban aquellas tardes de compañía y estudio.
Mientras releía los mensajes, dubitativa, nerviosa, tensa... sonó el timbre de la puerta, me sorprendí al ruborizarme cuando descubrí sus inquietantes ojos marinos a través de la mirilla, al abrir la puerta, mi cuerpo se estremeció, tensando mis músculos aún más al sentir su aliento cerca de mí, entró cerrando la puerta tras de sí y sin darme tiempo a reaccionar, comenzó a besarme suavemente, primero en la mejilla, después acercándose despacio a la comisura de mis labios fue acariciándolos con su lengua, para terminar besándome apasionadamente.
Pensé en todo lo que tenía que estudiar un breve segundo, en lo extraña que me resultaba aquella situación desconocida, pero la tensión empezó a desvanecerse, mi cuerpo se relajo entre sus brazos y perdí el control de mi persona dejando fluir la situación, aprovechando que no había nadie en casa me dejé guiar por sus manos.
Subimos las escaleras hasta mi habitación, deslizando nuestros labios por los recovecos al descubierto de nuestra piel. Nuestras manos inquietas, tocaban melodías en el piano de nuestros cuerpos. Acompasando a la subida de las escaleras, nuestras respiraciones.
Me empujó contra la pared, acercó su cuerpo al mío, acoplándose las líneas curvas, como si ese fuese su estado natural; comenzó a desabrochar los botones de mi camisa y aquella sensación, producía un hormigueo en mi cuerpo como si mil abejas se posaran sobre mi cuerpo, provocándome cosquillas y un ligero miedo a ser mordida. La tensión iba y venía.
Mis manos se enredaban en su pelo, mientras su lengua buscaba en mi boca secretos lugares ocultos por descubrir, sentía las yemas de sus dedos deslizándose suavemente por la curva de mi cintura y mi mano dibujo el surco de sus pechos, para acabar buscando los botones de su pantalón.
Deslizó la camisa que cubría mi cuerpo lentamente hasta el suelo, su mano huidiza hurgaba en mi sujetador, enredando una y otra vez, aproveche ese instante descuidado para dejarnos caer sobre la cama y con un movimiento insinuante deje caer la prenda al suelo, al tiempo que mi cuerpo caía delicadamente sobre el suyo para seguir abrazadándonos, descubriéndonos.
La tensión que existía entre nosotras se había desatado en un volcán de pasión, nos había desbordado casi sin darnos cuenta o quizás de forma planeada, premeditada por ella, pero no me importaba yo me sentía presa de una pasión sin límites, de una emoción que jamás había experimentado y que me hacía muy feliz, en ese instante comprendí que era lo que siempre había deseado, no quería ponerle nombres ni etiquetas a lo que estaba pasando sólo quería dormir abrazada a esa maravillosa mujer. Aquel encuentro fue como una caricia eterna, que desee que no terminara nunca.
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